La Ciudad en la (IV) Revolución

Fundación

“Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.” José Martí.[1]

La Ciudad del Saber fue creada para un mundo por venir. Ese mundo toma forma en el terreno que van abonando proyectos innovadores de gran trascendencia en numerosos lugares del mundo, a veces lentamente, otras a gran velocidad. Este último es el caso de la Cuarta Revolución Industrial (4RI), que atañe a la Ciudad en múltiples sentidos. Y el primero de ellos, sin duda, se refiere a su misión de formar una comunidad innovadora que utilice los recursos de la ciencia, la tecnología, la empresa y la cultura desde una perspectiva humanista que vincule la innovación al cambio social.

Tal ha sido, por lo demás, una consecuencia usualmente imprevista de cada una de las revoluciones industriales generadas por el desarrollo del moderno sistema mundial desde fines del siglo XVIII hasta nuestros días. La diferencia que busca hacer la Ciudad consiste en hacer previsibles las consecuencias de su labor, para orientarla hacia la visión de un futuro próspero, inclusivo, sostenible y democrático, que por ejemplo esté en capacidad de prever y evitar la creación de las condiciones que contribuyan a la formación de desastres socioambientales como la pandemia que ha padecido la humanidad entera.

En esa perspectiva, un artículo del Foro Económico Mundial nos recuerda que nuevas tecnologías “como la máquina de vapor y la mecanización de la producción textil dieron inicio a la Primera Revolución Industrial,” dieron lugar a “transformaciones sociopolíticas históricas como la urbanización, la educación universal y la agricultura mecanizada.” La Segunda, generada por la electrificación y la masificación de la producción, “introdujo modelos sociales y modos de trabajar totalmente nuevos.” Y la Tercera, asociada con la tecnología digital y las telecomunicaciones instantáneas, automatizó un número siempre creciente de procesos productivos y administrativos, y “conectó el planeta y redujo el tiempo y el espacio” de la década de 1970 acá.[2]

Hoy, la Cuarta Revolución Industrial (4RI) aporta innovaciones tecnológicas cuyo alcance solo puede ser apreciado desde perspectivas que nos permitan entender por ejemplo que “si bien cada una de las tecnologías tendrá un impacto por separado, lo que más definirá nuestras vidas en el futuro serán los cambios en los sistemas sociales y económicos”. Esta 4RI, en efecto, está referida sobre todo a las relaciones entre la producción y la sociedad que produce, esto es, al productor que consume, el consumidor que produce, y las estructuras de organización el trabajo y la vida en que todos participamos de ambas actividades.

Esto ayuda a entender que múltiples debates en esta fase inicial de la 4RI se refieran a “temas tan básicos como la propiedad de los datos personales, la seguridad de las infraestructuras, y los derechos y responsabilidades de las nuevas empresas disruptivas”. Se trata, en breve, de construir “un marco conceptual que ayude a empresas, gobiernos y personas a anticiparse a los cambios radicales con base tecnológica que se avecinan en los modelos de negocios y en cuestiones éticas y sociales”.[3]

En efecto, si por un lado la 4RI procura en primer término intensificar el ciclo producción-distribución- consumo-producción, en lo social y lo político crea capacidades inéditas para el control ciudadano de la gestión pública, y para que los gobiernos trabajen con la ciudadanía y sus organizaciones, y no simplemente para ella. Por otro lado, esas mismas transformaciones pueden incrementar el control de la ciudadanía por el Estado, y el de las conductas de los consumidores por las grandes corporaciones que concentran el poder del mercado. Así, como alguna vez dijera Klaus Schwab, fundador del Foro, esta Cuarta revolución:

no solo cambiará lo que hacemos: también cambiará lo que somos. Afectará nuestra identidad y a todos los temas relacionados con ella: nuestro sentido de la privacidad, nuestras nociones sobre propiedad, nuestros patrones de consumo, el tiempo que dedicamos al trabajo y al ocio, y cómo desarrollamos nuestras carreras, cultivamos nuestras habilidades, conocemos personas y cuidamos nuestras relaciones.

Para la Ciudad, esto tiene la mayor importancia, pues la 4RI define el entorno tecnosocial en que ella se plantea su visión y ejerce su misión. Esto nos presenta oportunidades y riesgos peculiares para una organización que opera en el mercado global de servicios de gestión del conocimiento, desde una perspectiva humanista que anima nuestra labor en toda circunstancia.

Al respecto, por ejemplo, la 4RI le facilita a la Ciudad la tarea de captar con toda la claridad del caso las relaciones entre la innovación tecnológica y el desarrollo humano. Pero además, y sobre todo, nos ayuda a comprender nuestro lugar en una circunstancia que comprueba cómo la solución de todo problema complejo genera, siempre, problemas nuevos y más complejos, en una dinámica alimentada por la energía que generan sus propias contradicciones.

En este caso, la dimensión tecnosocial de nuestro entorno se hace visible en datos y consideraciones generados por entidades como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que nos entrega el analista mexicano Juan Danell Sánchez en un reciente artículo. Para la CEPAL, nos dice Danell:

Las redes y la infraestructura de comunicaciones se utilizan de manera cada vez más intensiva para actividades productivas, educacionales, de la salud, y de relacionamiento y entretenimiento. […] Los datos de movilidad durante los primeros meses de las cuarentenas muestran un mundo paralizado en lo físico, pero no en lo virtual. [Así,] en los países de la región […], la concurrencia a locales de venta de alimentos y farmacias disminuyó 51%, a establecimientos de comercio de productos no esenciales y esparcimiento 75%, y a lugares de trabajo un 45%. Al mismo tiempo, el tráfico en sitios web y el uso de aplicaciones de teletrabajo, educación en línea y compras en línea revelan un significativo aumento del uso de soluciones digitales. Entre el primero y segundo trimestre de 2020, el uso de soluciones de teletrabajo aumentó 324%, y la educación en línea más del 60%. Comercio electrónico y entregas crecieron 157%.

Los números, agrega Danell, revelan que esta modalidad de cambio “desde fuera”, en efecto, está condicionada por factores estructurales internos como una estructura productiva heterogénea, “un mercado laboral con una marcada informalidad y precariedad, una clase media vulnerable, un debilitado Estado de bienestar, una infraestructura digital deficiente y restricciones socioeconómicas al acceso y conectividad”. Así, por ejemplo, en 2019 el 66.7% de los habitantes de la región tenían conexión a internet. El tercio restante tiene un acceso limitado o no tiene acceso a ellas debido a su condición económica y social, en particular su edad y localización”, pues “la diferencia de la conectividad entre la zona urbana y la rural son significativas”.[4]

Hoy, las contradicciones generadas por el progreso de nuestra especie a lo largo de los últimos 300 años se sintetizan en una prosperidad incierta, inequitativa en lo social y destructiva en lo ambiental, que no puede sostener a una sociedad democrática, ni fomentar la formación de comunidades emprendedoras como fomenta la de individuos emprendedores. Hoy sabemos, también, que la 4RI puede agravar esos problemas si es asumida como la mera continuidad de las anteriores, o contribuir a resolverlos si vemos en ella la oportunidad de integrar nuestras capacidades humanas y nuestro recursos tecnológicos para encarar de manera innovadora los desafíos que plantea el desarrollo humano desde lo local hacia lo global.

La Ciudad entiende que su compromiso con el desarrollo humano se expresa en su propósito de vincular la innovación al cambio social. Desde su perspectiva, la 4RI no anuncia otra época de cambios, sino la oportunidad de abrir paso a un cambio de épocas, en que la prosperidad será equitativa, sostenible y democrática, o no será. Así encarada, esta puede ser sin duda la revolución de la Ciudad.


[1] “Nuestra América”. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI: 18.

[2] “Cuatro principios de liderazgo de la Cuarta Revolución Industrial” https://es.weforum.org/agenda/2016/10/cuatro-principios-de-liderazgo- de-la-cuarta-revolucion-industrial/

[3] Al respecto, por ejemplo: Schwab, Klaus: “La importancia de dar forma a la Cuarta Revolución Industrial”. 18-01-2018 https://es.weforum.org/agenda/2018/01/la-urgencia-de-dar-forma-a-la- cuarta-revolucion-industrial/

[4] En países como Bolivia, El Salvador, Paraguay y Perú, más de 90%

de los hogares rurales no cuentan con conexión a internet, mientras

en Chile, Costa Rica y Uruguay, solo la mitad de los hogares rurales están conectados. Danell Sánchez, Juan: “Grandes fortunas, la horca del sistema capitalista”. https://www.alainet.org/es/articulo/209439

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