Próxima parada: Ciudad del Saber

Fundación

La primera expedición del día sale a las 4:00 de la madrugada de la Bahía D de la Terminal de Albrook. El bus que cubre la ruta C820 hace todas las mañanas un recorrido muy simbólico: Atraviesa barrios de la antigua Zona del Canal antes con acceso restringido para los panameños. Lleva gente a un lugar que hace dos décadas era el centro del poder cuasicolonial de Estados Unidos en Panamá, y que hoy planta bandera como el hub del conocimiento en el país. Es Ciudad del Saber.

A esas horas de la mañana sale un autobús cada 12 minutos y a las 5:00 a.m. la frecuencia aumenta a un bus cada 5 minutos. La fila pronto se va haciendo infinita y ya a las 7:00 a.m. es la más prominente de la terminal de buses. Roberto Caballero, Gerente de Mantenimiento de la Fundación Ciudad del Saber, suele estar allí a esa hora. Viaja desde Villa Zaíta, un barrio de la periferia norte de la ciudad, combinando metro, taxi y autobús. Hace medio año vendió su auto porque entendió que a Ciudad del Saber se puede llegar perfectamente usando el transporte público.

El experimento le funcionó y ahora sonríe por eso. “Antes gastaba más o menos 500 balboas en el auto mensualmente. Ahora tengo 20 balboas en mi tarjeta, y va un mes y no me lo he gastado”, comenta.

En una urbe en la que, según los estudios de movilidad del Metro de Panamá, el 35% de las personas posee un carro, en la que el 45% de los viajes se hace en autos privados, y en la que el entendimiento del espacio público solamente es favorable desde un vehículo de cinco puestos y cuatro llantas, que alguien como Roberto Caballero apueste por el transporte público comienza a ser más común. Después de 18 paradas y 27 minutos sin congestionamiento, el bus ha llegado a Ciudad del Saber. 

Sally Hernández viaja desde Ciudad Bolívar, al norte del área metropolitana, todas las mañanas hacia Ciudad del Saber desde hace 13 años y ha visto la evolución del sistema de transporte público en el área.  “Hoy por hoy, el tiempo de espera de un bus a otro es mucho menor comparado con varios años atrás.  No importa en qué horario del día, el viaje de Albrook hacia mi puesto de trabajo tarda 30 minutos”, asegura. 

Cuando comenzó a laborar en el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS), algunos conocidos hicieron pensar a Sergio García que iba a tener que conseguir un carro para llegar a Ciudad del Saber. Hasta que probó viajar desde Vía Argentina en metro y conectarse en Albrook con los buses. “Yo no sé conducir y no quiero aprender”, dice ahora.

Maribel Guzmán, una de las planificadoras de la empresa MiBus, asegura que la C820 es una de las rutas más exitosas de la ciudad. Es menos afectada por el congestionamiento que muchas otras que operan en las demás periferias, por lo que su paso es bastante más regular. Desde Albrook hacia la Ciudad del Saber y viceversa, en promedio hay 23 despachos en hora pico.

La ruta empezó a funcionar el 8 de octubre de 2012. Ciudad del Saber y Amador fueron los primeros barrios de las Áreas Revertidas al que el sistema de MetroBus llegó. Nueve años después, ese servicio mueve cerca de 190 mil pasajeros al mes, lo que hace que esta ruta complementaria se posicione entre las más demandadas de la ciudad de Panamá.

Alessa Stabile, Gerente de Sostenibilidad de la Fundación Ciudad del Saber, sostiene que era importante que el servicio se llamase “Ciudad del Saber” en lugar de Clayton, como se conocía la antigua ruta de buses que prestaba servicio. Es una forma de reivindicar ese espacio como panameño y de favorecer su accesibilidad. “Cambia mucho la percepción de la gente cuando se monta en un bus que dice ruta Ciudad del Saber en vez de Clayton. Por eso también hace años se dieron a las calles internas de Ciudad del Saber nombres de los mártires del 9 de enero de 1964”, asegura Stabile.

Sergio García, inmigrante, piensa que las Áreas Revertidas, incluida Ciudad del Saber, “funcionan como una miniciudad dentro de la ciudad”. Tienen su propio estilo arquitectónico heredado de los estadounidenses, su propio sistema de calles y su propia vida. Es allí donde el transporte público entra en acción como un elemento de cohesión urbana. La reivindicación urbana lograda desde lo simbólico como los nombres de las calles en la Ciudad del Saber se perfecciona con el derecho a acceder a ese espacio de forma continua por medio de transporte público. 

Ahora, a Ciudad del Saber no solamente se puede llegar en buses la ruta C820. Además, prestan servicio todos los días las rutas C810 de Miraflores, la C970 de Merca Panamá y la F030 de Chilibre Interno. La C800 de Parque Summit se activa los fines de semana. 

Maribel Guzmán, de la empresa Mi Bus, comenta que “por la entrada de Ciudad del Saber pasan cerca de 39 buses en hora pico”, de los cuales alrededor de la mitad se dirigen a Albrook, donde se enlazan la mayor parte de los servicios estructurales de buses de la zona metropolitana y la Línea 1 del Metro.

Nelva Araúz pensó que llegar a Ciudad del Saber en su primer día de trabajo en CIEPS le iba a tardar más tiempo, a pesar de vivir a solo tres kilómetros, en la comunidad de Los Ríos. “Tenía la imagen de esos buses que pasaban cada hora”, rememora, refiriéndose a los antiguos vehículos anaranjados de la Cooperativa de Trabajadores del Servicio de Autobuses del Corregimiento de Ancón (SACA). Sin embargo, pisó la parada y al minuto llegó su bus. Diez minutos después estaba en Ciudad del Saber. Ahora ya se sabe la técnica: Si se le pasa el bus de Miraflores en cinco minutos llegará el de Chilibre Interno o el de Merca Panamá.

Ella, al igual que el economista Javier Stanziola, usan los servicios que conectan el campus por la avenida Omar Torrijos. Cuando él no trae su auto, usa los buses de la ruta C970, que va al Mercado de Abastos sobre la vía al Puente Centenario. En ese bus, cuenta, ocurren simbiosis poco vistas en la ciudad: científicos e investigadores que van a Ciudad del Saber se combinan con los turistas que visitan las esclusas de Miraflores, y con vendedores y compradores de verduras y vegetales que van al mercado central de la capital.

En una urbe segregada, primero por la Zona del Canal y luego por las expansiones desordenadas de sus urbanizaciones, ese tipo de escenas nos recuerdan que todos estamos bajo el mismo techo. Que el transporte público es también un ejercicio de democracia y equidad.

Se estima que entre 7 mil y 11 mil personas usan todos los días el campus de Ciudad del Saber. La Fundación Ciudad del Saber lleva varios años transformando los espacios de antiguo uso militar y ha visto la importancia de desarrollar un plan integral de movilidad en el campus, en el que la peatonilidad y el transporte colectivo se consideran prioritarios.

“Como esta era una base militar, todas las aceras eran estrechas y había bastantes espacios sin conexión con aceras, rampas o acceso universal. Entonces nuestro plan es transformar el sistema interno de aceras para que la gente se sienta más cómoda caminando, combinado con la siembra de árboles en las veredas para que den sombra”, explica Alessa Stabile.

En los últimos cinco años se han plantado más de 400 árboles tanto en el área del parque recreativo (Ciudad Deportiva Kiwanis) como en el resto de Ciudad del Saber. La idea es acondicionar las redes de movilidad en el campus para que el auto deje de ser el principal medio de transporte interno. En el anillo más pequeño del campus, para llegar a cualquier punto no se tarda más de diez minutos a pie, y en el más extenso, no más de 20 minutos.

Además de favorecer que las personas caminen más dentro del campus y un adecuado servicio de transporte público, la planificación urbana y los criterios de sostenibilidad de Ciudad del Saber contemplan una densificación inteligente y con usos mixtos, donde en una misma manzana convivan viviendas más accesibles, servicios comerciales y comunitarios, así como áreas de recreación.  La Fundación considera que tendría un impacto muy positivo que más personas (especialmente jóvenes) puedan vivir, estudiar y trabajar en Ciudad del Saber. “Más densidad hala mejor transporte público”, sostiene Stabile.

El plan maestro del Metro de Panamá contempla la construcción de una línea de tren ligero que salga del Casco Antiguo, recorra la Avenida Central, conecte con el futuro hub de trenes en la estación Curundú y de allí salga hacia el Merca Panamá con una parada importante en la Ciudad del Saber. Pero ese plan tardará en ejecutarse porque en el orden de prioridad están antes las líneas 3, 5 y 4.

Desde Mi Bus, la planificadora Maribel Guzmán dice que están atentos a cualquier paso que se dé en Ciudad del Saber. “A futuro la proyección es que se pueda aumentar la frecuencia y recorrido de la C820, en respuesta a la demanda de crecimiento”.

La visión de Ciudad del Saber podría servir al resto de la ciudad de Panamá como catalizador de cambios: servicio robusto de transporte público, políticas de movilidad basadas en la gente y densificación inteligente.

Ciudad del Saber no es ya la lejana base militar norteamericana, sino un lugar que da la bienvenida a todo público a sus espacios y actividades, y que anima a las personas a aprovechar el sistema de transporte público para llegar. Y también para salir: el último bus de la ruta C820 parte hacia Albrook a las 10:45 de la noche. 

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