
El saber de la Ciudad: La esperanza en la Ciudad
FundaciónUno de los problemas más graves de nuestro tiempo consiste en la pandemia de desesperanza aprendida que afecta a buena parte de nuestras sociedades. El mal de esa pandemia consiste en la pérdida de la esperanza de alcanzar los sueños, que lleva a renunciar a toda posibilidad de que las cosas mejoren. Eso, a su vez, debilita emociones y valores indispensables para la vida y el trabajo en comunidad, como la confianza, el entusiasmo, la solidaridad y la alegría, al punto en que la persona afectada llega a considerarse atrapada, agobiada e indefensa.
Contra un mal así, no hay mejor defensa que salir al encuentro de los demás, a compartir con ellos preocupaciones, esperanzas y tareas comunes. Esto ha encontrado su momento de confirmación en la dura experiencia de confinamiento e incertidumbre que compartimos en Panamá con el resto de la comunidad humana, ante la pandemia de COVID 19.
En esta circunstancia, la esperanza encuentra motivo en la multiplicidad de diálogos y encuentros en que participan los más diversos sectores de nuestra sociedad ante las adversidades que enfrentamos. Muchos de esos diálogos buscan respuestas y propuestas ante los problemas de vieja y nueva data que la pandemia ha puesto en evidencia. Tanto organismos de larga presencia en la vida nacional, como APEDE, como grupos de diálogo creados al calor de la crisis, debaten los problemas económicos, políticos y sociales del país, del modelo de desarrollo que genera esos problemas, y de las opciones de futuro más adecuadas para encarar esos problemas con el fin de avanzar hacia una sociedad próspera, equitativa, sostenible y democrática.
Por otra parte, se multiplican los encuentros que dan a conocer lo que tantos hacen para ir traduciendo esas aspiraciones en iniciativas puntuales. Tal fue el caso, por ejemplo, del encuentro TRAMA, promovido – entre otras entidades – por la Ciudad y el Ministerio de Cultura, que convocó a una audiencia virtual cercana a las dos mil personas el 24 y 25 de julio pasado. Allí fueron presentadas transformaciones en curso en la actividad cultural del país, y se dieron a conocer industrias creativas que ya concurren a organizar un innovador mercado de bienes y servicios culturales en Panamá.
La Ciudad ha ido ampliando, además, su presencia en otros encuentros, una veces como invitada, otras como co-organizadora. Así, por ejemplo, la Ciudad participó en un Coloquio Latinoamericano de Historia, organizado desde Brasil por un grupo de universidades de aquel país, con una convocatoria virtual de cerca de 300 investigadores jóvenes – y no tanto- de la región. Por otra parte – y también por ejemplo -, la Ciudad ha co-auspiciado, en alianza con la Universidad Autónoma de Chiriquí y otras entidades como la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza, un ciclo de mesas redondas que han examinado la sitación del país en ámbitos como la salud, la sostenibilidad del desarrollo, y la situación de la educación y el desarrollo social.
Desde la Ciudad, por otra parte, diversas entidades – como el Centro Internacional de Estudios Sociales y Políticos, o el Movimiento Ciencia en Panamá – han venido generando importantes iniciativas de investigación, información y educación relacionadas con la pandemia y su impacto social. Por su parte, la Ciudad ha establecido ya de manera permanente sus programas de visibilización de sus afiliados – con el nombre de El Hacer de la Ciudad -, y de encuentro entre sus colaboradores y las entidades a las que brindan servicios, con el nombre de El Saber de la Ciudad.
En verdad los seres humanos hacemos nuestra propia historia, pero no podemos escoger las circunstacias para hacerlo. Hoy sabemos que las circunstancias de la pandemia fueron siendo creadas a lo largo de todo un periodo histórico de trabajo contra la naturaleza, que alteró el complejo y siempre frágil equilibrio entre las sociedades y su entorno natural de un modo que facilitó la rápida difusión de un virus hasta hace poco desconocido.
Ahora sabemos que la situación que enfrentamos tiene una salida en tres fases: contener el virus mediante la cuarentena; prevenirlo mediante alguna de las vacunas que están siendo desarrolladas, y crear nuevas formas de relación con nuestro entorno basadas en el trabajo con la naturaleza, y ya no contra ella. Nada de eso puede ser logrado desde la desesperanza, porque cada uno de esos pasos depende de la colaboración entre los seres humanos, que solo es posible a partir de la esperanza compartida.
De momento, esa esperanza nos mueve en primer término a cuidarnos para poder cuidar a los demás. Eso ya define formas de conciencia y de relacionamiento que tenían un papel marginal en nuestras vidas cinco meses atrás, pero serán cada vez más centrales en el empeño por crear un ambiente distinto construyendo, juntos, una sociedad diferente.
Encontrarnos, conocernos, transformar las experiencias de cada uno en conocimiento para todos, que nos facilite construir objetivos comunes que trasciendan lo inmediato. Estas son tareas de primer orden en el desarrollo de la visión de la Ciudad. Somos lo que hacemos. Hacemos lo que deseamos llegar a ser: parte de la gran transformación en curso en nuestro lugar y nuestro entorno, al calor de la esperanza cierta en un mundo mejor.
Ciudad del Saber, Panamá, 31 de julio de 2020
Dr. Guillermo Castro, Asesor Ejecutivo de la Fundación Ciudad del Saber