
El saber de la Ciudad: De vuelta a mañana
FundaciónLa Ciudad, como el país entero, se prepara para regresar a la plenitud de sus labores tras un largo periodo dedicado a preservarse a sí misma y a sus colaboradores, y de apoyar a sus clientes. Además, y sobre todo, desde su estrategia de desarrollo, la Ciudad encara esta nueva etapa como un proceso de transición a una nueva normalidad, y no simplemente de reactivación de su quehacer anterior.
Para una organización que busca contribuir a crear un futuro en el que la prosperidad, la equidad, el desarrollo sostenible y la vida en democracia constituyan elementos que se requieren entre sí, la experiencia ganada en este periodo nos permite orientar mejor las transformaciones que demanden nuestras políticas y nuestra cultura organizacional. Y esto no es poca cosa en un mundo que no volverá a ser aquel que en que la convergencia de nuestros problemas económicos y sociales, por un lado, y nuestros problemas ambientales por el otro, generó la crisis sin precedentes que estamos enfrentando.
El trabajo preparatorio de la Ciudad para el regreso a su quehacer demuestra un claro dominio de todos los factores fundamentales de su estructura y su funcionamiento. Esto ha sido hecho, además, prestando especial atención a los cambios ocurridos en nuestro entorno glocal. De esa perspectiva, inmediata y mediata a un tiempo, emergen problemas y oportunidades que demandarán especial atención en el futuro cercano.
Por una parte, se hace más necesario que nunca, culminar el proceso de pasar de una cultura basada en la desagregación de funciones a otra que ya estimula la integración de nuestros procesos de trabajo. Esto tiene a un tiempo una dimensión cultural, que determina los fines de la organización, y una tecnológica, que se refiere a la creación de los medios que permitan alcanzar esos fines.
En el plano tecnológico, la Ciudad ha dispuesto de medios desarrollados para sus fines desde hace algún tiempo ya. La calidad de esos medios ha quedado demostrada por su capacidad para estimular y facilitar la innovación que ha demandado la gestión de la Ciudad en este periodo. En el plano cultural, la Ciudad ha podido desplegar conductas colectivas de colaboración y compromiso en todas las tareas que ha demandado la circunstancia, así como en el proceso de trasnformar en un conocimiento capaz de trascender su circunstancia de origen las experiencias adquiridas en el periodo.
De entre esas experiencias, por ejemplo, tienen especial valor las obtenidas en el acompañamiento y atención a las entidades afiliadas a nuestra red interna, y a los proveedores de servicios indispensables para nuestro funcionamiento. Eso ha permitido mantener el entorno más adecuado posible para las labores de todos dentro de las restricciones que todos compartimos. Pero además, y quizás sobre todo, nos ha permitido comprobar la disposición de muchos de nuestros afiliados a colaborar con la Ciudad en el desarrollo del entorno de convivencia y colaboración que compartimos. Esto agrega oportunidades nuevas al próposito de hacer de la Ciudad una comunidad innovadora, cuya atención ganará en importancia en el futuro inmediato.
La experiencia adquirida y transformada en conocimiento nos permite ver también nuevas oportunidades a explorar en el proceso de adecuar a las nuevas realidades nuestro modelo de negocios. La Ciudad opera aún a partir de un modelo de gestión inmobiliaria con servicios de valor agregado, que le proporciona los recursos para su funcionamiento. En este campo necesitamos una innovación sustentada en evidencia debidamente comprobada por las cifras y corroborada por el conocimiento.
Todo esto demandará, también, una nueva evaluación de nuestro entorno. La crisis, en efecto, desbordó de golpe toda premisa, toda tendencia y toda previsión que podía parecer razonable seis meses atrás. Entonces, el análisis de los factores de riesgo indicaba la presencia de un crecimiento económico incierto, una inequidad social persistente y una degradación ambiental constante. Nada, sin embargo, permitía prever que los tres se harían uno a partir de una pandemia asociada a una recesión, ni los desafíos que eso le plantearía al modelo de desarrollo y de negocios dominante en el mercado mundial.
Al propio tiempo, lo sucedido confirmó mucho de lo previsto por la Ciudad en los últimos años, desde la necesidad de transformarse para servir mejor a sus propósitos, hasta la importancia decisiva del vínculo entre la innovación y el cambio social. Hoy emergen temas y posibilidades nuevas en estas y otras áreas, y empieza a tomar forma una agenda nueva para la colaboración glocal entre la ciencia, la tecnología, la empresa y la cultura.
En una importante medida, esas novedades se expresan en la renovación y la ampliación de tendencias que ya estaban presentes en el hacer y el pensar de la Ciudad. La creciente importancia de la innovación biotecnológica y biomédica; el desarrollo de un mercado glocal de servicios ambientales; la creciente importancia de la agroecología y el despliegue del potencial transformador de la Cuarta Revolución Industrial en la vida económica, social y cultural de las naciones, definen un futuro más cercano de lo que imaginamos. En ese futuro están muchas de las claves para alcanzar nuestra visión, a través – justamente – de la comunidad innovadora que estamos en proceso de crear.
Ciudad del Saber, Panamá, 8 de mayo de 2020
Dr. Guillermo Castro, Asesor Ejecutivo de la Fundación Ciudad del Saber