
El saber de la Ciudad: Ciudad, mercado, opciones
FundaciónEl mercado es una estructura social para el intercambio de bienes y servicios en todas las dimensiones de la vida en sociedad. Esa estructura tiene una importancia cada vez mayor en los tiempos en que vivimos. Es fácil entender esto, si consideramos que somos la única especie que practica el intercambio en una enorme y cambiante diversidad de formas.
Visto así, la importancia del intercambio para nuestro propio desarrollo humano se expresa en la capacidad de cambiar la organización de esa actividad a medida en que van cambiando las circunstancias de nuestra historia. Así, la historia del mercado tiene tres momentos característicos.
El primero de esos momentos, que abarca unos 90 mil años 1, consiste en el intercambio de excedentes de la producción en sociedades primitivas, mediante encuentros anuales en fechas predeterminadas del ciclo solar. El segundo momento consiste en la producción de excedentes con destino al intercambio en sociedades civilizadas, que habían culminado la transición a la agricultura y avanzaban en la división del trabajo.
A este segundo momento corresponde un periodo de unos 9 mil años, durante el cual el intercambio se organiza en mercados regionales bajo el control de autoridades estatales que ejercen el poder sobre territorios de relativa amplitud, a menudo separados entre sí por tierras en que predominan ecosistemas que presentan grandes limitaciones para la ocupación humana.
El historiador francés Fernand Braudel llamó a esos mercados “economías-mundo”, organizadas en torno a un centro de poder político, militar y religioso, que solo intercambiaban entre sí mercancías de alto valor por unidas de peso – como la seda, o las especies – mediante un comercio a larga distancia lento, difícil y riesgoso.
Con todo, el conjunto de esas economías-mundo no constituía una economía mundial. Esa se formaría en un tercer momento, a partir de una economía nueva, modesta en sus orígenes y de una enorme energía en su devenir, a partir del desarrollo del capitalismo en Europa occidental en el curso de aquel siglo XVI “largo”, – Braudel dixit – que fue de 1450 a 1650. En esta tercera fase, todas las sociedades del planeta pasaron “del antiguo aislamiento y la autarquía de las regiones y naciones” a “un intercambio universal, una interdependencia universal” que abarca “tanto a la producción material, como a la intelectual”. 2
Ese nuevo mercado mundial, primero en la historia de la Humanidad, conocería múltiples transformaciones. Entre mediados del siglo XVIII y fines del XIX, fue organizado como un sistema colonial, en el que un puñado de potencias europeas controlaba la producción, la exportación y las importaciones de sus posesiones de ultramar. Tras la gran guerra de 1914-1945 que abrió paso a la transformación de las colonias en Estados nacionales, el mercado mundial pasó a ser organizado como un sistema internacional.
En ese sistema nuevo, los mercados nacionales comerciaban entre sí bajo la tutela de sus respectivos Estados, y se facilitaba y ampliaba la circulación de capital y la explotación de la fuerza de trabajo a escala planetaria. Sin embargo, esa organización mostró ya signos de agotamiento durante la crisis de 1968 – 1973, y en la década de 1990 el mercado mundial ingresó en una nueva fase de transición, en la que aún estamos inmersos y que, a falta de mejor nombre, llamamos proceso de globalización.
En la primera etapa de esta fase nueva, las empresas transnacionales que habían venido a hegemonizar el mercado mundial adquirieron una creciente capacidad de tutela sobre los Estados nacionales; lograron capacidades sin precedentes de concentración y centralización de los ciclos de producción, distribución y consumo, y se vieron enfrentadas a contradicciones cada vez más complejas por el control del desarrollo de nuevas fuerzas productivas. En ese marco, también, se inició un proceso de reorganización del sistema mundial, que va abriendo camino al paso desde una geografía política de Estados nacionales que protegen ventajas comparativas, a una geografía funcional de regiones económicas que colaboran en el desarrollo de nuevas ventajas competitivas.
Este es el ecosistema global en el que tiene su nicho la Ciudad. Se desarrolla con ese entorno, y contribuye a desarrollarlo. Por eso decimos que no es simplemente una entidad global, sino glocal. En esa característica encuentra la Ciudad sus mayores desafíos y sus mejores oportunidades para operar con éxito en el segmento del mercado global para el que trabaja, que es el de servicios de gestión del conocimiento en el marco de la IV Revolución Industrial.
En la circunstancia actual, sin embargo, la organización de nuestro mercado genera una situación de prosperidad inequitativa de escala global, que ya constituye una importante amenaza a la estabilidad de cada sociedad glocal.
Por lo mismo, va llegando la hora de escoger entre los riesgos de defender a ultranza lo que genera el problema, y los de intentar soluciones innovadoras al problema, que le ponga remedio en su raíz.
Este es el entorno histórico en que opera la Ciudad como una participante activa en la transformación del mundo, a su escala y sus capacidades. Es a esa luz que se define su visión, pues al plantear que aspiramos a una sociedad próspera, equitativa, sustentable y democrática nos concebimos como parte de una comunidad humana que trabaja por objetivos equivalentes a los que nos mueven.
Estamos, con ellos, ante el dilema fundamental de nuestro tiempo. Dios nos coja confesados, decían nuestros abuelos ante una situación así. Que el cambio sea el que resulte de la labor de la porción mayor de la Humanidad de la que hace parte la Ciudad, nos corresponde decir a nosotros, en nuestra propia circunstancia. Eso somos, eso hacemos.
Ciudad del Saber, Panamá, 18 de septiembre de 2020
Dr. Guillermo Castro, Asesor Ejecutivo de la Fundación Ciudad del Saber
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1. Hay una discusión en curso sobre esto. Cien mil años ha sido el número convencional utilizado para indicar la duración del proceso de formación y desarrollo del h. sapiens moderno. Nuevo datos de la arqueología y la peleontología sugieren que en realidad pueden ser doscientos mil.
2. Marx, Karl y Engels, Friedrich: Manifiesto del Partido Comunista [1848] Obras Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú. 1976. I, 114